viernes, 20 de julio de 2012


El duelo entre Ryan Lochte y Michael Phelps se presenta como uno de los atractivos estelares de los Juegos, similar al desafío que Bolt y Blake librarán sobre el tartán. Campeón contra aspirante, Lochte llegará a Londres con el objetivo de arrebatarle a su compatriota el cetro mundial de las piscinas. Phelps colgará el traje de baño tras los Juegos, así que alguien tiene que sucederle en el trono. Lochte (Nueva York, 1984) ya ha aceptado el reto; quiere ser el número uno, pero no se conforma con serlo una vez que su amigo se retire de las piscinas, sino que pretende que los resultados en la capital británica le coronen como rey acuático mundial. Y por lo visto en los pasados trials clasificatorios de EEUU y también por lo que ocurrió hace un año en los Mundiales de Shangai, en los que Lochte ganó cinco oros, dos de ellos en la brazada final frente a Phelps, el objetivo del espaldista del club Daytona Beach puede cumplirse.
Como casi siempre, el pique cuerpo a cuerpo entre los dos ases de la natación actual se vivirá en los 200 y en los 400 estilos. Lochte es plusmarquista mundial en la combinada corta, mientras que el tiburón de Baltimore ostenta el récord en los 400. Sin embargo, en los pasados trials de Omaha de finales de junio, Lochte batió a Phelps en los 400 estilos, por lo que el espectáculo está servido. No tanto en las otras dos pruebas que disputará en la capital inglesa, 200 libres y 200 espalda, en las que no coincidirá con Phelps, que se centrará en su estilo favorito (la mariposa).
De momento, el nadador que iba para futbolista ya tiene tres otros olímpicos. La marca de su rival y compañero está lejos, aunque Londres dictará sentencia. La natación busca una nueva estrella y si Lochte acaba ocupando ese lugar será por un nuevo toque de gracia de los dioses del Olimpo. Y es que, sólo un cúmulo de casualidades permitieron que Lochte descubriera la natación. Lo suyo, de pequeño era el soccer y más en concreto lanzar faltas. Estaba llamado a jugar en el Cosmos de Nueva York, como Pelé. Sin embargo, la mudanza de su familia a la soleada Florida le hizo cambiar de aficiones. El skate, el surf y la natación sustituyeron al balón para siempre. Acertó en el cambio.

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