Queda un año de Phelps. Pero todo deja presagiar que no se tratará de un melancólico crepúsculo, sino de un adiós en plena luz.
martes, 2 de agosto de 2011
Los últimos Mundiales de Phelps
El estadounidense Michael Phelps volvió a Shanghái y demostró que el mundo de la natación aún tiene que estar pendiente de él. Ganó siete medallas y cuatro fueron de oro: dos individuales (100m y 200m mariposa) y dos de equipo (4x200 libre y 4x100 estilos). Las dos de plata, en los 200m estilos y en los 200m libre, llegaron después de un pulso memorable ante su amigo y compatriota, Ryan Lochte, el rey de estos Mundiales. El guante ya está arrojado; el duelo entre los dos será la sensación de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Allí, con toda probabilidad, terminará la memorable carrera de Phelps, el nadador con más medallas olímpicas de la historia. El Tweet que escribió no deja lugar a muchas dudas: "Es fuerte pensar que el 4x100 estilos de hoy ha sido la última prueba de mi carrera en unos Mundiales... Fantástico finalizar con una medalla de oro... y fantástico haberlo conseguido en una prueba de relevo".
No se trata de una novedad, sino de una confirmación. Phelps, de 26 años, ya había anunciado antes de Shanghái que su objetivo era llegar exclusivamente a los Juegos, lo que descartaba una posible participación en los próximos Mundiales, que se celebrarán en Barcelona en 2013. Con dos récord difícilmente superables, el de 16 medallas olímpicas (14 de oro) entre Atenas 2004 y Pekín 2008 y el del mayor número de medallas de oro en una sola edición (las ocho de Pekín), el campeón de Baltimore, que cuenta también con 25 oros mundiales y seis plusmarcas en su haber, se presentará en Londres para aumentar su leyenda y para medirse al que después de los Mundiales chinos se ha proclamado como su sucesor en el escenario mundial, Lochte, que ha ganado cinco oros (cuatro individuales) y un bronce.
Queda un año de Phelps. Pero todo deja presagiar que no se tratará de un melancólico crepúsculo, sino de un adiós en plena luz.
Queda un año de Phelps. Pero todo deja presagiar que no se tratará de un melancólico crepúsculo, sino de un adiós en plena luz.
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